La mentira y la ignorancia van cogidas de
la mano, vivimos en un mundo de mentiras, casi me atrevería a decir que vivimos
en una novela, donde la inteligencia es desperdiciada al inventar cualquier
cosa sin ningún asidero válido, lo cual vale sólo para una novela o un cuento,
en los cuales las buenas mentiras son producto de la genialidad creativa del
literato. Pero, en otros casos, como la política, el periodismo, la formación
de recursos humanos y obras científicas, las mentiras son deleznables,
constituyen un acto de corrupción de quien tiene la tendencia a dejar de lado
los valores, la moral y las leyes para, probablemente, en cuanto se le presente
una oportunidad, de bajo riesgo, cometer un primer delito que constituye el
principio de un ser humano maleable, quien cursará por un camino de
corruptelas, estafando con sus palabras y más tarde con los hechos a quien se
le atraviese en el camino.
Debo afirmar un paradigma: Ignorantes somos todos. Los torpes
padecen de incapacidad, a los torpes debemos respetarlos porque ellos no tienen
la culpa de ser así. La ignorancia se podría clasificar en grados de
ignorancia, desde el analfabeta, hasta el súper especialista, o el docto que no
lo puede ser en todas las ciencias y que por lo tanto ignora siempre más de lo
que sabe. Sin embargo, existe un tipo de ignorante que lo es por indolente,
porque le importa poco todo lo que represente leer y aún más aprehender, pero
que no se permite evidenciar su absoluta ignorancia y dice lo que se le ocurre,
aun cuando, no sepa lo que su boca pronuncia. Lo más grave de la ignorancia es
enseñar una asignatura que se desconoce o no se conoce bien. Es crítico para el
país saber que esto ocurre, sin generalizar, pero sí con frecuencia, en las
aulas de educación, desde primaria hasta en posgrados y en función de lo
requerido por un docente, dependiendo del nivel de educación donde enseña.
Pero qué es, realmente la mentira: Es una
estafa, cuando haces creer a los demás que lo afirmado por ti, tú lo viviste, tú
lo estudiaste o lo haz leído o; más concretamente, haces creer que tienes el
conocimiento de lo que dices.
En cuanto a una conversación entre dos
mentirosos, es lo más morboso de una reunión social, probablemente de tal
círculo, el producto final sea un estercolero que va más allá de una patología
mental. Esto ocurre cuando dos ignorantes se juntan y la vergüenza de su
condición requiere del consuelo de la demencia.
En ningún momento hay que confundir la
prudencia con la mentira, hay cosas que no se dicen por ser muy privadas y hay
cosas que se dicen y son una imprudencia.
Como podemos vivir en un país donde los más
altos dignatarios mienten a los ignorantes, pretendiendo complacer, excusarse o
quedar bien con el pueblo, es posible que esos embusteros sean más torpes que
ignorantes, es probable que al caer en el Principio de Peter, deban pasar a
retiro, pues jubilados valen más que activos.
¿Es duro verdad? Duele cuando se recuerda
alguna mentira, duele especialmente, a quienes han actuado así, habiendo sido
educados para ser hombres de verdad. Vivimos en una Venezuela donde impera el
embuste, donde ya muchos se han acostumbrado a eso y lo aceptan como parte de
la vida ¡Que lástima! ¡Que desperdicio! Si no cambiamos, sino hacemos un
esfuerzo, en nuestro trabajo, en las reuniones sociales y muy especialmente en
nuestro hogar, habrá que redactar una nueva constitución para cambiarle el
nombre a la República Bolivariana de Venezuela, por República Escatológica de
Venezuela.
La mentira, también es cobardía, sino,
piensen como correrán quienes han mentido insolentemente, aprovechándose de la
ignorancia del pueblo, estafándolos al convencerlos de una vida mejor que no
existe ni existirá, pero que más temprano que tarde se darán cuenta del engaño,
no por estudiar sino por experiencia.
Cuando huyan, lo más pesado que se llevaran
será lo que se han robado y que aún no han podido sacar, obviamente, no son
todos, pero son muchos.
Menandro Camarán Pietri. http://menandro41.blogspot.com/2012/08/la-mentira.html